Todo el mundo conoce la Vía Láctea. Es uno de los más
sorprendentes espectáculos de una noche clara, pues solo en una noche clara y
sin luna podemos ver los contornos de su nubosa huella luminosa a través del
firmamento. Los españoles la llaman "Camino de Santiago", pues el día
de la peregrinación a dicho santuario, la Vía Láctea parece marcar el camino
serpenteando en los cielos de Europa hacia Santiago de Compostela en España.
La mejor época para contemplar la Vía Láctea son las noches
de primavera y el verano de nuestro hemisferio austral; se la ve entonces
extenderse como un vasto semicírculo a jirones; el círculo dista mucho de ser
liso o regular; el trazo está lleno de irregularidades. Su anchura media es de
unos 20 grados, pero varía considerablemente en anchura y en luminosidad. Su
ruta se extiende a través de las constelaciones boreales de Casiopea, Perseo y
Auriga, pasando por entre los pies de Géminis y los cuernos de Tauro, a través
de Orión (donde se hallan las célebres Tres Marías), recorriendo luego el
cuello del Unicornio. En este punto penetra al hemisferio austral. Pasa por
encima de la estrella más brillante del cielo: Sirio, del Can Mayor,
dirigiéndose hacia la gran constelación austral de Argos (el Navío Legendario),
y a través de Argos a la Cruz del Sur, penetrando a Centauro.
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